Superluna en Santiago de Compostela

Un saludo a todos desde Compostela.
La luna nos vino a visitar lozana y brillante como nunca. Lástima que a nuestra veterana catedral la pillara "con esos pelos", pero en poco tiempo también estará más guapa que nunca
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La más grande en 72 años no?
Como echo de menos Santiago.

Preciosa fotografía

Vaya foto bonita, este año tuve la suerte de poder visitar Santiago y la verdad que me enamoró, pensaba que el monumento principal era la catedral de por sí majestuosa, pero es toda la ciudad, vayas por donde vayas te transporta a una época pasada, y la gente maravillosa, sin duda no tardaré en volver a visitarla.

Por algo le dicen "la aldea grande".La zona antigua es preciosa.Da igual a dónde vayas.Allí la gente no va a ningún lugar en concreto.Sólo pasea lo que da un ambiente de relax y tranquilidad total.

A veces merece la pena detenerse a mirar hacia arriba para relativizar todo lo que pasa aquí abajo. Incluso todos los monumentos que han sido fotografiados en compañía de la superluna serán un paréntesis en el tiempo, y la luna mismo, claro. Quizás por ello nos emociona tanto la música, que no es más que una porción de tiempo delimitada por sonidos, que nos satisface repetir continuamente por la imposibilidad de aprehenderla de una vez y para siempre.
Las piedras de las ciudades históricas también nos gusta pasearlas una y otra vez, tienen la virtud, más que las otras, de traernos el sabor del pasado. Por desgracia, no todo permanece. En mi caso, echo de menos en Santiago la omnipresencia de los estudiantes universitarios de mi época. Ya no es lo mismo desde la creación de dos universidades más en Galicia. Ya no están aquellos fotógrafos ambulantes con aquellos trastos decimonónicos (creo yo que daguerrotipos) para llevarse un recuerdo de la visita. Por suerte, todavía nos encontramos al inicio del invierno con los trenecitos asadores de castañas, y algunos cafés que resisten. Algunas tiendas de ultramarinos o mercerías, o librerías (¡cuántas han desaparecido!) habría que conservarlas con el mismo mimo que los retablos barrocos, porque algún día la gente no se va acordar de cómo y dónde se hacía la compra antes.